Sin duda, uno de los temas de debate dentro del análisis de las elecciones en el País Vasco es el impacto de la coyuntura económica en el proceso electoral. En otras palabras, intentar vislumbrar el efecto de “la crisis” en la intención de voto del ciudadano con la mayor objetividad.
Para curarnos en salud diremos que resulta complejo realizar una previsión fiable del efecto, pero sí que nos podemos atrever a apuntar algunas ideas que quizás nos den una buena perspectiva.
El argumento clásico, y no por ello necesariamente equivocado, es que autónomos y empresarios van a buscar una política liberal que les dé manga ancha para afrontar la recuperación económica con sus propios medios, al estilo de la demanda del abaratamiento del coste del despido, mientras que muchos trabajadores pueden ver más segura para sus bolsillos una política de fuerte protección social.
Sin embargo en esta ocasión se pueden presentar otros escenarios alternativos, debido fundamentalmente a que las características del entorno no son tan simples.
En primer lugar hay que ser consciente de que la crisis se está tratando principalmente a nivel nacional, salpicando a nivel autonómico, pero con menor intensidad, debido fundamentalmente a la “dimensión global” del problema.
En esta coyuntura, es preciso recalcar que los datos de desempleo varían sustancialmente de unas autonomías a otras, y resultaría erróneo comparar datos del País Vasco por ejemplo con Andalucía (más del 22% de paro), cuestión que no es eludible a nivel del gobierno del estado español, que debe trabajar con el sumatorio de todos los desempleados. Mientras tanto, en determinadas comunidades como es el caso del País Vasco, cualquier comparativa le va a permitir al gobierno saliente sacar pecho por “tener los deberes hechos”.
Debemos considerar que, desde el gobierno central, se han lanzado una serie de medidas destinadas a paliar los efectos de la crisis. Medidas que en general escapan a configuraciones estructurales (más trabajadas por los gobiernos de cada comunidad) y que no han dejado de ser criticadas por empresarios, trabajadores y partidos de la oposición.
La oposición, entendiendo una proyección mediática del Congreso de los Diputados prácticamente bipolar, lleva tiempo insistiendo en la ineficacia de las medidas del gobierno, pero tampoco ha dado señales de tener clara una solución, por lo que parece haberse centrado en continuar con una política de desgaste de la Moncloa.
Esto hace que dicha oposición tampoco represente una alternativa convincente a ojos de aquellos ciudadanos que buscan a alguien que aparezca con la poción mágica “anticrisis”, y que, sin darse cuenta, se esté perjudicando a sí misma por su propio estilo de oposición.
Así, existe una situación de desgaste continuo y profundo de los partidos “nacionales” que se alimenta día a día a través de los principales medios de comunicación, y que de alguna manera está dañando la imagen de candidatos autonómicos que poco tienen que ver en esta “movida”, pero que difícilmente van a poder escapar de su repercusión.
Si añadimos a esta coctelera la posibilidad de que ante un nuevo escenario electoral, puedan volatilizarse los contactos con el gobierno vasco de algunos empresarios; o la repercusión que tendría un cambio de gobierno para aquellos ciudadanos que ocupan puestos de trabajo dependientes directa o indirectamente de la Administración... quizás podamos llegar a alguna idea. Empezamos a vislumbrar un escenario en el cual se pueda prever una respuesta conservadora, entendida como el apoyo del ciudadano a aquellos partidos que han tenido “responsabilidad limitada” en los acontecimientos económicos que nos atañen, que haga que el votante, a la hora de la verdad, se rasque el bolsillo y piense aquello de “más vale pájaro en mano…”
© Jon Ander Crespo Ferrer
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